«Lo que llamamos “casualidad” no es más que la ignorancia de las causas físicas.»
Gottfried Leibniz
Las
cookies, como una especie de
mónada leibniziana, son el todo y la parte sobre las que se construyen los servicios en Internet. Hay
cookies de todos los colores, aromas y sabores,
cookies de primera y de tercera,
cookies enriquecidas y cookies ramplonas,
cookies analíticas y
cookies intrusivas. Nada escapa a la
cookie, en Internet somos
cookies. Incluso varias al mismo tiempo (cada navegador que utilizamos es un YO hecho
cookie, cada perfil social que creamos es una parte de nuestro EGO digital). Pieza fundamental para recordar los artículos recogidos en un carrito de la compra o facilitar el acceso a una red social, no hay estrategia de Marketing Digital que no se apoye en
cookies para ser ejecutada.
Al igual que el propio Leibniz aportó tantas soluciones como paradojas con su Monadología, las cookies aportan tantas soluciones como limitaciones. Si la mónada es insustancial y al mismo tiempo base de la materia, ¿no caemos así en un absurdo? Si la cookie identifica al usuario sobre el que se definen las acciones de marketing y cada usuario puede ser varias cookies, ¿estamos impactando al usuario a la cookie adecuada?, ¿funcionan nuestras campañas “de casualidad” o realmente conocemos las causas del éxito?
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